Tecnología e inclusión: reinventar la comunicación para personas con sordoceguera

En los últimos años, la tecnología ha abierto puertas que antes parecían cerradas, especialmente para personas con discapacidades. Entre quienes enfrentan mayores desafíos comunicativos están las personas con sordoceguera, una condición única que combina pérdida parcial o total de visión y audición, transformando por completo su forma de interactuar con el mundo. Hoy, las herramientas tecnológicas no solo promueven autonomía, sino que nos invitan a repensar cómo creamos y adaptamos los textos. Como profesionales del lenguaje, esto nos plantea una pregunta esencial: ¿cómo construir accesibilidad desde las palabras, los formatos y la mediación humana y digital?

La sordoceguera no es simplemente la suma de dos discapacidades. Es una realidad que impacta profundamente la comunicación, el acceso a la información y la movilidad. Cada persona sordociega tiene su propia forma de expresarse: algunas usan lenguaje de señas táctil, otras el alfabeto dactilológico, el Braille o incluso la escritura en la palma de la mano. Esta diversidad exige que adaptemos los mensajes —orales y escritos— de manera personalizada, con sensibilidad y creatividad.

Tabletas con tinta inteligente para traducir webs al braille

Tecnologías que acortan distancias

Desde dispositivos de asistencia hasta entornos digitales inclusivos, la innovación se ha convertido en un puente hacia una vida más independiente. Algunos avances que están marcando la diferencia:

  • Dispositivos Braille electrónicos: traducen en tiempo real lo que aparece en pantalla, línea por línea, permitiendo leer desde un celular hasta un libro digital.

  • Líneas Braille con retroalimentación háptica: facilitan la navegación web o la lectura de correos, combinadas con lectores de pantalla.

  • Software de voz a Braille: convierte la voz en texto táctil al instante, agilizando conversaciones y acceso a información.

  • Interfaces táctiles experimentales: usan vibraciones o patrones en la piel para transmitir información, explorando nuevas formas de «escuchar» o «ver» sin depender de sentidos tradicionales.

El lenguaje claro: un aliado invisible

La corrección de textos y la adaptación lingüística cumplen un papel muy importante en este entramado. La tecnología, por sí sola, no garantiza la accesibilidad si los textos no están pensados desde el principio con criterios de claridad, coherencia y adecuación al público objetivo. Para que un documento sea accesible para personas sordociegas, es necesario trabajar con versiones adaptadas a Braille y con estructuras claras: frases simples, sin ambigüedades, uso adecuado de títulos y listas, y un diseño lógico de la información.

También es necesario evitar recursos visuales que no puedan ser interpretados sin apoyos (por ejemplo, gráficos sin descripciones textuales). En entornos digitales, esto implica conocer y aplicar los estándares de accesibilidad (como las pautas WCAG), pero también colaborar con equipos interdisciplinarios que incluyan intérpretes, desarrolladores y los destinatarios de este tipo de materiales: las personas con sordoceguera. Además, estas transformaciones demandan nuevas competencias para quienes trabajamos con textos:

  • Formarse en accesibilidad digital y multiformato, para poder entender los requerimientos técnicos y lingüísticos de materiales adaptados a Braille y tecnologías asistivas.
  • Trabajar con lenguaje claro desde la fase inicial de los proyectos, de modo que los textos sean comprensibles y adaptables sin pérdida de sentido.
  • Producir textos alternativos y descripciones que permitan a las personas con sordoceguera acceder al contenido que otras personas perciben por vía visual o auditiva.
  • Colaborar con expertos en accesibilidad y usuarios: la cocreación de materiales permite validar las estrategias lingüísticas y técnicas utilizadas.

Pensar la accesibilidad para personas con sordoceguera implica mucho más que adaptar formatos: supone repensar nuestra manera de construir sentido, de diseñar información y de valorar la diversidad comunicativa. La tecnología nos da herramientas, pero el verdadero cambio se logra cuando esas herramientas se integran con decisiones editoriales conscientes. En ese camino, los correctores tenemos mucho que aportar. Porque la inclusión también se escribe, palabra por palabra.

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